No voy a volver a escribir sobre x. Puedo llegar a nombrar a otro x, pero va a ir con otro color. Un verde, otro azul, hasta un amarillo o un lila. Pero nunca más van a ver en éste blog que se nombre a x. Una incógnita pasada, terminada. La ecuación se dio por vencida. Nunca los dos lados del igual coincidieron. Por más pasadas de lado a lado de otros factores bien hechas que hice.
Desde hace unos días que vengo repitiendo y repitiendo con quienes hablo lo mismo. Mi hermana, mis amigas, hasta mi vieja. Mi mente es conciente de lo pendejo que x es. De que está en una etapa de su vida que no le importa nadie más que él. No tiene tiempo de querer a otros. Es inmaduro, inconciente de las cosas que dice. No sabe todo lo que me hirió y estoy segura que puede hacerlo mucho más. No puedo culparlo porque su cabeza vaya lento, porque se haya estancado en los doce, aún teniendo 17. Lo que quiero decir es que cuando digo "me gusta x", tengo que hacer una aclaración. Porque cualquiera comprendería que estoy queriendo decir que me gusta cómo es, me gusta cómo me trata, me gusta su forma de ser y la de no ser, también. Y sin embargo, no me gusta un carajo ninguno de esos ítems. Entonces me explico "a la parte del cuerpo que sea que hace que alguien nos atraiga, que nos desespere su presencia, que nos haga hasta llorar a veces; a ésa parte, le gusta". Seguramente nadie me entiende. Todos me dicen "claro", pero no entienden un carajo. No me importa. Sólo quiero saber si es el alma, o el dedo gordo del pie lo que hace que quiera abrazarlo apenas aparece, oler su perfume, sentir sus labios sobre los míos.
El punto es que, sin duda, esta parte, es bastante inconciente. Es estúpida e ingenua. Inocente como ella sola. Se deja guiar por los bienes a corto plazo y no piensa en todo lo que sufro después. Estuvo dispuesta a aceptar más de una vez un beso, o más de uno, sin comprender las lágrimas que iban a venir después.
Por eso es que hoy, o hace un par de días en realidad, decidí que mi mente domine a esta-maldita-parte. Que la calle, que no la deje ser. Que la aplaste y la ahogue en los momentos en los que él está cerca. En los que podría hacer cualquier idiotez.
Por éso es ésta decisión de adiós para siempre. Ya no voy a dejarme ser feliz en un beso borracho, sabiendo que después se vienen meses y meses de tormenta. Es algo que no voy a permitirme. Yo merezco otra cosa. Aún sabiendo que soy x, sin duda merezco otra cosa.
Ya superé la primer prueba. Pude disfrutar de una noche siendole totalmente indiferente. Me divertí como pocas veces. Estoy feliz y conforme conmigo misma. Estoy logrando extriparlo de mi mente. Una de las condiciones es no volver a nombrarlo acá. No volver a necesitar nombrarlo. Confío en mí y en mis ganas de volver a sentirme plena y de que mi corazón se reconstruya. Es que, como siempre digo, no me rompieron el corazón. Soy pendeja todavía para entregarlo entero y permitir que lo rompan. Me lo rasguñaron un poquito.
Desde hace unos días que vengo repitiendo y repitiendo con quienes hablo lo mismo. Mi hermana, mis amigas, hasta mi vieja. Mi mente es conciente de lo pendejo que x es. De que está en una etapa de su vida que no le importa nadie más que él. No tiene tiempo de querer a otros. Es inmaduro, inconciente de las cosas que dice. No sabe todo lo que me hirió y estoy segura que puede hacerlo mucho más. No puedo culparlo porque su cabeza vaya lento, porque se haya estancado en los doce, aún teniendo 17. Lo que quiero decir es que cuando digo "me gusta x", tengo que hacer una aclaración. Porque cualquiera comprendería que estoy queriendo decir que me gusta cómo es, me gusta cómo me trata, me gusta su forma de ser y la de no ser, también. Y sin embargo, no me gusta un carajo ninguno de esos ítems. Entonces me explico "a la parte del cuerpo que sea que hace que alguien nos atraiga, que nos desespere su presencia, que nos haga hasta llorar a veces; a ésa parte, le gusta". Seguramente nadie me entiende. Todos me dicen "claro", pero no entienden un carajo. No me importa. Sólo quiero saber si es el alma, o el dedo gordo del pie lo que hace que quiera abrazarlo apenas aparece, oler su perfume, sentir sus labios sobre los míos.
El punto es que, sin duda, esta parte, es bastante inconciente. Es estúpida e ingenua. Inocente como ella sola. Se deja guiar por los bienes a corto plazo y no piensa en todo lo que sufro después. Estuvo dispuesta a aceptar más de una vez un beso, o más de uno, sin comprender las lágrimas que iban a venir después.
Por eso es que hoy, o hace un par de días en realidad, decidí que mi mente domine a esta-maldita-parte. Que la calle, que no la deje ser. Que la aplaste y la ahogue en los momentos en los que él está cerca. En los que podría hacer cualquier idiotez.
Por éso es ésta decisión de adiós para siempre. Ya no voy a dejarme ser feliz en un beso borracho, sabiendo que después se vienen meses y meses de tormenta. Es algo que no voy a permitirme. Yo merezco otra cosa. Aún sabiendo que soy x, sin duda merezco otra cosa.
Ya superé la primer prueba. Pude disfrutar de una noche siendole totalmente indiferente. Me divertí como pocas veces. Estoy feliz y conforme conmigo misma. Estoy logrando extriparlo de mi mente. Una de las condiciones es no volver a nombrarlo acá. No volver a necesitar nombrarlo. Confío en mí y en mis ganas de volver a sentirme plena y de que mi corazón se reconstruya. Es que, como siempre digo, no me rompieron el corazón. Soy pendeja todavía para entregarlo entero y permitir que lo rompan. Me lo rasguñaron un poquito.